Corazones imantados
A: Luz S. P.
Amor… mundo… pecado
puro en blasfemia.
Mujer… atraes al hombre,
tus pies dos palomas
cabello hilado, látigo beatífico
tu aroma llena el aire de
lirio azul, roto.
Desclavé mi largo afán
en epifanía.
Surge tu silueta… leve soplo de brisa.
Resplandor brevemente ciego;
estela de agua marina…
agua de amor.
Rostro femenino con visaje,
carne de exaltado soplo
igual al amor del pasado.
Desmoronándose
amor de estío.
Tu cuerpo se propala en dócil ala,
en piadosa tormenta o vendaval y
asfixiantes rebotes de sol.
Estoy al borde del enigma del amor,
onda de tiempo manso.
Mojas mis húmedos labios,
siento tu abrupto aroma a la orilla del mundo
en alterado oleaje.
Amor en desdentada mirada…
cobrará la vida su factura.
Nos inundarnos de enhiesta primavera.
El amor y yo… volvemos;
se entreabre la puerta del amor.
Lejos… estruendos y ascuas.
En retumbantes grutas
nos llega el amor sin furia,
desaparece el hilo de la ira,
se controla, llega el frescor.
Corazones imantados y
nuestras siluetas.
Perpetuo
recuerdo
El
agua corre entre riscos.
Tus
brazos se abren
cual
algas de río.
Formas
residuales
dejan
huella de amor.
Perpetúo
tu recuerdo,
la
cadencia de tu voz.
Tus
caderas me guían
al
amor prohibido…
impulsivo.
Hierros
candentes
son
tus pezones erectos.
Viento
disoluto…
Ruido
silencioso, lánguido…,
orgásmico
a ritmo estrangulante.
Bebo
tu aliento, la magia.
Disimulado
oblicuar de labios,
la
alcoba aislada, los muslos urentes.
Quietos
ahogamos
la
morbosa agudeza
de
repetir y repetir.
Dilato
las palabras,
cerca
de la acera.
Al
final busco permanecer…
¡No
vivir en un corazón prestado!
La
calle me devuelve el sueño,
desgarradas
alas de angustia y
estrellas
barren mis deseos.
Isidoro A. Gómez Montenegro
México
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